Día Mundial del Clima: 26 de marzo

Día Mundial del Clima: 26 de Marzo

Hoy 26 de marzo, se conmemora una vez más el #Día Mundial del Clima, declarado así por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para contribuir a crear conciencia en la sociedad sobre la importancia del clima y su influencia en varias actividades del hombre: especialmente en los ámbitos de seguridad, salud y bienestar.

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El objetivo 13 (de desarrollo sostenible, perteneciente a la Agenda 2030 de la ONU) establece que se deben: “Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos”

En medio de la conmoción mundial ocasionada por el coronavirus (COVID-19), también ocurren otros hechos que no dejan de ser importantes a los efectos de recordar las repercusiones que han traído y pueden traer a futuro sobre la sociedad, y que exigen una alta capacidad de adaptación como formas de preservar la vida y las propiedades de las personas. En este contexto, es oportuno recordar que hoy 26 de marzo se conmemora una vez más el Día Mundial del Clima, declarado así por la ONU, con el objetivo de sensibilizar y contribuir a crear conciencia en la población global sobre la importancia que tienen las variaciones, ciclos, tendencias y oscilaciones del clima y, en un sentido más amplio, el cambio climático sobre el hombre y sus actividades.

Es pertinente acotar, que entre algunas evidencias geográficas tangibles que ilustran el incremento de las temperaturas del planeta y que desafortunadamente, han generado pérdidas materiales, de vidas humanas y modificaciones profundas en los paisajes, destacan: “(i) la ola de calor sufrida en Europa durante julio y agosto del 2003 y que dejó a su paso unas 35.000 personas fallecidas, siendo los ancianos, niños y enfermos los más afectados (…), (ii) la temporada de huracanes del 2005 [aquí destacan los graves daños causados por el Huracan Katrina en E.E.U.U] con 15 ciclones en total y unas 27 tormentas tropicales, perturbaciones atmosféricas que pueden estar relacionadas, entre muchos otros aspectos, con un incremento de las temperaturas del mar Caribe, aunque esta hipótesis es discutible y se puede matizar, asociándola con una tendencia natural del ciclo de ocurrencia de los ciclones tropicales; (iii) el acelerado retroceso de los glaciares en todo el planeta, desde las nieves del Kilimanjaro (80 % desde 1912), hasta la retirada hacia cotas más altas del glaciar Unteraar en los Alpes centrales de Suiza, todo ello sin olvidar el deshielo vertiginoso del glaciar Jakobshavn en Groenlandia (…) [sin dejar de un lado], (iv) lo ocurrido en el Parque Nacional de los Glaciares en Montana, USA (más de 130 glaciares en 1910 a menos de 30 en 2004), y (v) recordar como uno de los glaciares más grandes de los trópicos: el Quelccaya en Perú, se contrae a razón de unos 200 metros al año; además de la célebre pista de esquí más alta del mundo en el glaciar Chacaltaya en Bolivia, hoy en día convertida en un verdadero campo de rocas” (Delgadillo et al., 2016).

Ante este panorama lleno de evidencias palpables de amenazas naturales asociadas con las variaciones del clima del planeta y tomando en cuenta, que en los escenarios a futuro se prevé efectos aún peores, los gobiernos y sus actores sociales institucionales, en conjunto con los empresarios – productores, los actores académicos y las comunidades en general, deben recordar la importancia de:

– Respetar los acuerdos internacionales y en general, que los países adopten políticas en las que se le coloque un precio a las emisiones de carbono, así como ofrecer incentivos para fomentar el desarrollo; además de hacer evidente el costo real de los combustibles fósiles y su utilización eficiente.
–  Invertir en tecnologías para capturar el CO2, además de sustituir completamente el uso de clorofluorocarbonos (CFC).
– Promover legislaciones que protejan el medio ambiente.
– Alternar la utilización de los combustibles fósiles con otras fuentes de energía alterna (energía eólica, energía solar).
– Comprar extintores que no contengan Halón.
– Utilizar de manera más eficiente y racional los productos agroquímicos empleados en la agricultura.
– Invertir en sistemas de riesgo más eficientes con menores pérdidas de agua, para garantizar una gestión más adecuada del recurso hídrico.
– Mejorar los sistemas de iluminación en los nuevos diseños de viviendas.
– Modernizar el uso de refrigeradores y equipos de aire acondicionado.
– Contribuir con las actividades de reforestación, todo ello complementado con educación ambiental y la presencia de instituciones modernas, estables y democráticas.
– Acercarnos a un estilo de vida de bajo impacto, por ejemplo es recomendable utilizar: un solo televisor, un solo auto, cambiar los bombillos incandescentes por aquellos de bajo consumo y no contaminantes, reducir el uso del aire acondicionado, utilizar medios de transporte alternos entre muchas otras medidas, en concordancia con el Acuerdo de París de diciembre de 2015 y que entró en vigor en noviembre de 2016, a los efectos de responder al cambio climático y contribuir a crear la resiliencia climática que el mundo necesita y demanda.

Autor: Alejandro Delgadillo Santander. Prof. Departamento de Geografía Física. Escuela de Geografía. ULA.

Asignatura: Meteorología, Climatología e Hidrología.
Correo electrónico: geobeat@gmail.com
Twitter: @geobeat3

Referencia Citada:

Delgadillo, A., Ferrer, C. y Trinca, D. 2016. “Amenazas hidrometeorológicas, climáticas e hidrológicas, evidencias geográficas de calentamiento global”. Nota Editorial. Revista Geográfica Venezolana 57 (2) 2016: 157-159.